Las armas de la Tercera Guerra Mundial
Presentación desvergonzada. El estado de la guerra en Medio Oriente y el mundo. Funcionarios argentinos prefieren no saber si fueron víctimas de hackeo.
¿Otro newsletter más? Sí, lo lamento. Durante años luché contra el cringe, como dicen los chicos ahora, que me generaba y aún genera Yalla Balagán, el nombre de mi newsletter decano sobre Israel, abierto hace casi cuatro años. Sólo durante un periodo de 2021 logré escribir con cierta regularidad, llegando a los cuatro envíos mensuales. Luego fue esporádico, cuando pasaba algo que lo amerite. Me autoengaño diciendo que el nombre de la publicación me generaba resistencia, y sumo ahora que escribir sólo sobre Israel y Medio Oriente podría resultar un factor limitante. Patrañas, por supuesto, no hay escasez de temas y menos ahora, pero en los últimos ocho meses la realidad local se ha vuelto demasiado oscura y ubicua como para tener que dedicarle el total de mis pensamientos. Esta nueva publicación, sottogoverno, no será mucho más esperanzadora. También tenemos guerra, persecuciones, armamento, operaciones políticas sumamente desagradables, pero además algo de recontraespionaje y un aporte a la confusión general acerca del probablemente mínimo rol que tendrá la inteligencia artificial sobre la inteligencia propiamente dicha. Eso sí, todo en el contexto global. Esperen a enterarse cómo se acostumbra a desalojar a un inquilino en Budapest o qué se lleva a la firma de un contrato en Chipre.
Me *autopercibo* periodista desde la más tierna infancia, pero en los últimos años me volqué al campo de la inteligencia privada, donde descubrí una manera de hacer periodismo más honesta: los clientes quieren saber la verdad y nada más que la verdad, o al menos qué se sabe sobre cierto tema y persona, de quién viene esta información, y cuán confiable es la fuente. Se recolecta información a ritmos muy vertiginosos y se la clasifica, evalúa y presenta de manera meticulosa. Un error u omisión puede derivar en millones de dólares de pérdida o hasta la cárcel. Para hacerlo aún más sincero, rara vez sé quién es mi cliente, un mecanismo adicional para asegurarse de que la información llegue de la forma más ecuánime posible. Sí, todo esto es muy interesante y eso es todo lo que puedo decir al respecto.
Como temo que esta asepsia me cubra por completo, abro este espacio para despuntar el vicio de escribir sobre noticias que pasaron bajo el rádar o historias algo más viejas pero no menos interesantes sobre este mismo subject matter de los “sótanos del poder”, el estado de la inteligencia y la política internacional en general. Por supuesto, el nombre lo tomé de Carlos Pagni, quien supo emplearlo primero para hablar de Arribas & Majdalani y luego sobre el curioso destape del Yategate de Martín Insaurralde y Sofía Clerici. Al mencionar el concepto por primera vez, hace un lustro, Pagni trajo a colación al creador, el jurista y politólogo italiano Norberto Bobbio, quien hablaba de una definición extendida algo menos sexy: sottogoverno no sólo hace referencia a servicios y operaciones sino también a las capas geológicas y las células plantadas en los rincones olvidados de la burocracia, como ministerios, bancos y empresas públicas, desde donde se ejerce poder en el largo plazo con trabajo de hormiga. Nada que no conozcamos, de todas maneras. En el mundo de la inteligencia todo está entrelazado. Como con el periodismo, conocedores de todo, profundidad y verdadero expertise en nada.
No descarto que el nombre sottogoverno también me genere en un futuro cercano el mismo cringe que Yalla Balagán, pero al menos me provee hoy la libertad-horrible-libertad de escribir sobre más temas. A menos que mágicamente herede una fortuna y pueda dedicarme a estas cosas todo el día, por el momento Yalla Balagán no será actualizado. Por eso me tomé el atrevimiento de incluir a todos aquellos que estaban ahí suscritos en el envío inicial de esta nueva empresa, que igualmente contendrá actualizaciones y comentarios sobre Israel de vez en cuando. El formato y la frecuencia de este newsletter no han sido definidos, empezaremos con una promesa quincenal e intentaremos mejorarla. Nunca será requisito pagar para leer, pero tal vez, en un futuro exitoso y prolífico, pongamos la opción de colaboración voluntaria. Vamos a lo que vinimos.
Guerra en Medio Oriente
Pues para quien no la sigue, la situación actual en una hoja o menos. Después del operativo digno de Fauda de hace una semana para rescatar a cuatro secuestrados, la ofensiva israelí en la franja sigue siendo de baja intensidad, algo que genera el beneplácito de la Casa Blanca. Estados Unidos había pedido especialmente que la conquista de la frontera sur con Egipto (el llamado Eje Filadelfia) sea lenta para dar tiempo a casi un millón de gazatíes a abandonar Rafaj, lo que sucedió sin demasiados inconvenientes. El problema es que Israel no tiene control del 90% de Gaza y aunque no le quedan demasiados recursos humanos, Hamás ya demostró una gran capacidad para reagruparse en varios sectores del centro y del norte. Todo esto mientras suenan dos canciones en simultáneo con ritmos incoordinables: la escalada en el norte con Hizbalá, que tiró cientos de cohetes incluso a ciudades muy pobladas a las que no había apuntado antes, y la espera de un acuerdo sobre un cese al fuego y liberación de rehenes. De lograrse un acuerdo, la situación en Líbano debería desescalar rápidamente, o eso se presume. El tema es que no, al líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar, no le interesa ningún acuerdo. Israel lo tiene en claro pero igual sigue el juego de la comunidad internacional, que todo el tiempo parece estar a punto de ver que se trata de un grupo de alienados psicopáticos, sin aprecio por la vida de los propios, capaces de librar esta cruzada suicida hasta el último minuto. Tengo mil reparos sobre Netanyahu, sobre el armado de su gobierno y su claro intento de hacer política de chiquitaje hasta el último gesto, pero creo que es poco lo que se le puede recriminar sobre la incapacidad de lograr un acuerdo absolutamente imposible. El inminente desplante al plan presentado por Biden hará que Occidente cacaree un poco, pero no le va a dar crédito a Israel para mucho más de lo que ya hizo, y seguiremos en este loop insufrible por un tiempo más, sobre todo si, como se presume, la guerra con Hizbalá pasa al terreno de las botas en el suelo, lo que podría suceder en un par de semanas de no mediar la diplomacia.
Las armas de la Tercera Guerra Mundial
La Cuarta Guerra Mundial será con palos y piedras. Y la Tercera ya empezó y se está librando con caca y K-Pop. Ya hace un par de semanas que Corea del Norte retomó una vieja práctica de mandar al sur de su frontera globos aerostáticos con basura y excremento. Seúl entonces decidió volver a emplear sus propios métodos híbridos y reactivó los parlantes con música occidental del siglo XXI y panfletos. Personalmente me genera rechazo el contenido cultural que viene de Corea del Sur. Razón por la cual ni me calenté en mirar Parasite. Pero daría la vida para que una ola gigante de BTS y Juego del Calamar atraviese el paralelo 38 hacia arriba en un tsunami de liberación.
Mientras tanto, EE.UU. mandó de apuro un submarino nuclear a Guantánamo para marcarle la cancha a la flota rusa que el Kremlin puso en La Habana para presuntos ejercicios de rutina, justo mientras el canciller cubano visitaba Moscú. Semanas atrás trascendió que unos 400 cubanos viajaron para alistarse al ejército ruso por nada menos que dos mil dólares por mes. Todo me recuerda a tí, Crisis de los Misiles, pero afortunadamente no hay armas nucleares en los submarinos rusos.
Hace dos semanas Biden autorizó a Ucrania a usar el armamento provisto en suelo ruso, algo vetado hasta ahora y que no le causó ninguna gracia a Putin. Por esto empezaron los rumores de una intención rusa de capitular la guerra y sentarse a negociar un armisticio, por lo cual Vladimir levantó un poco el nivel de bravuconada:. Esta semana dejó en claro que su postura consiste en que el statu quo que se mantenía hasta el inicio de la guerra (con Rusia controlando Crimea y el Dombás) se expanda a la actual situación táctica, que incluye el control ruso de Jersón y Zaporiyia. Estos dos territorios son unánimemente reconocidos como ucranianos, pero Moscú los anexionó en septiembre de 2022 junto a Lugansk y Donetsk, los dos óblasts del Dombás, en manos rusas desde 2014.
De cualquier manera, parece poco probable un desarrollo fuerte antes de las elecciones en Estados Unidos en noviembre. Para Putin aplica lo mismo que para Hamás, no se trata de individuos sensibles al costo en vidas propias de sus decisiones estratégicas. No hay cuestionamientos internos ni represalias externas suficientes como para cambiar el comportamiento. Aunque en este conflicto no se tiran precisamente con caca y K-Pop, es plausible que la industria armamentística rusa empiece a sentir en el próximo año el peso de las sanciones, el arma más fuerte después de las nucleares, por ahora bien guardadas. Resulta ya una verdad de perogrullo decir que después de la caída del muro Vladimir Vladimirovich se reagrupó y reconfiguró una guerra fría más amplia, con muchos más vectores. Hoy hay basicamente tres bandos: de un lado los que están Rusia, del otro Occidente, y por último, Turquía. Ya hablaremos de esto más adelante, lo prometo. Vayamos al plato principal.
El password de Kicillof
Trascendió hace unos días una noticia que tuvo cero rebote en medios argentinos pero que sirve de perfecto ejemplo sobre cómo el espionaje comercial se puede entrometer en temas diplomáticos. Fiscales de Estados Unidos quieren extraditar desde Londres a un israelí llamado Amit Forlit, sospechado de ciberespionaje y de hackear para DCI Group, una importante firma de lobby con sede en Washington. De acuerdo con la acusación, Forlit habría recibido nada menos que 20 millones de dólares para “recolectar inteligencia sobre la crisis de deuda soberana argentina” para Elliot Management, el fondo de cobertura (o buitre) de Paul Singer que cambió una inversión inicial de 117 millones de dólares en bonos defaulteados por un pago total de casi 2 mil millones y medio en 2016. Para los fiscales “recolectar inteligencia” es un eufemismo de hackear cuentas y espiar legalmente a funcionarios argentinos, lo cual elevaría sin duda la gravedad del hecho si a la justicia argentina o al propio gobierno le importara. Pero en este tipo de historias todos los actores juegan a la negación plausible. La firma de lobby, DCI Group, niega rotundamente haber hecho o instado a hacer algo ilegal. Los contratos con el espía, si los hubiere, llevan estos eufemismos genéricos de acciones que sugieren simplemente googlear entre portales de noticias y Wikipedia. Años atrás Forlit fue acusado de hackear los emails de un empresario aeronáutico para usarlos en su contra en un juicio; el espía se defendió argumentando que se encontró los emails en la web. No shit, Sherlock.
En una acusación paralela a la del caso Elliot contra Argentina, Forlit está sospechado de espiar a los choznos de John D. Rockefeller, quienes libran hace años una cruzada climática contra la compañía familiar Exxon, ex cliente de DCI Group. Lo curioso es que todos los actores involucrados (DCI Group, Exxon, Elliot, Forlit, los Rockefeller, los funcionarios argentinos y el manager de Elton John) niegan que haya habido algo ilegal como un hackeo. Incluso el Wall Street Journal le preguntó a Axel Kicillof, ministro de Economía en momentos clave del caso como el default técnico y el fallo de la Corte Suprema norteamericana. Kicillof recordó que “Elliot jugó sucio” pero negó tener conocimiento alguno sobre ningún hackeo. Suponiendo que la acusación de los fiscales se basa en pruebas sólidas, (elegimos creer) en principio es interesante ver cuánto estaba dispuesto a gastar una firma de lobby en un hacker, que probablemente también tercerizó a alguien que volvió a tercerizar estos servicios para estirar la idea de negación plausible al infinito Y porque si vas a facturar 20 palos qué te cuesta buscar alguien que lo haga por vos mientras la vivís ¿no?. Pensando en los montos, es probable que hasta esos 20 millones de dólares que habría cobrado Forlit fueron una porción reducida (y mal invertida) de todo lo que hizo DCI Group para Elliot: recordar la Fragata Libertad retenida en Ghana, solicitadas a página completa en medios americanos y el cabildeo en todas las áreas pertinentes de Washington, incluida la Corte Suprema que falló a favor del fondo de Paul Singer. No le falta razón a Kicillof cuando dice que Elliot jugó sucio, lo cual, por supuesto, no lo exculpa de su habitual impericia.
Si la extradición avanza es probable que nos enteremos de algunos arrepentidos que aportaron algo para que construyan este caso contra Forlit y podamos apreciar un poco mejor estas redes entreveradas de valijas y misterio dignas de le Carré y de escándalos diplomáticos que parecen estar evitándose. Más allá de que el momento político es contraintuitivo, ¿a quién debería tirarle la bronca un presunto gobierno argentino interesado? Espía israelí, radicado en Inglaterra, trabajando para firmas norteamericanas en lo que probablemente sea la punta del iceberg. Tal vez simplemente la cancillería debería agradecer la iniciativa y colaborar con la querella norteamericana. En todo caso, y para hacerlo más simple la próxima, desde estas líneas creemos que un método efectivo para hackear el password de un funcionario argentino consiste en algunas iteraciones de 123456, fechas de nacimiento y vivaperon. Si funciona no nos delaten. La seguimos la próxima.
Al fin volviste….